domingo, 18 de marzo de 2012

Corazón enredado, poetastra sin remedio.

Insignificantes recuerdos atesorados en el subconsciente, recuerdos que comienzan con una canción que desteñía su significado en la herida oriunda del pasado cuya letra fue deshilándose, modificándose con los años convirtiéndose en el vestigio más certero de mi niñez ya enterrada ( y desenterrada ocasionalmente por algún flash-back).
Fue en esa época (infancia) cuando en el mundo a escala que se estaba gestando en mi apenas se había inventado el concepto de tiempo, el viento se había convertido en un himno.
Voz patriótica del país austero de mis sentimientos, sensaciones y recuerdos.
Pocas cosas han cambiado desde entonces, solo el cinismo típico y propio de alguien de diecisiete años, mi complexión física (mas próxima a la adultez definitiva)…bueno, si han sido muchas las cosas que han cambiado pero, básicamente los valores son los mismos.

Yo sigo siendo la antiheronina de la historia no lineal que es mi vida, en la cual hay más analepsis que prolepsis (resultando agobiante).
Creo que si alguna vez a alguien  se le ocurriera escribir mi historia (inmortalizarla en el formato tradicional de un libro) supongo que resultaría siendo un cuento (marco espacial reducido, pocos personajes).
Pero puede ser que mi percepción este equivocada y mi vida terminara siendo una delirante obra de teatro donde yo apareciera representada mediante una caracterización directa.
En otra época podría haber fantaseado con la idea de convertirme en la heroína estoica de una novela visantina
Quien sabe…

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